La madera ha sido materia prima para todo uso desde la prehistoria y, claro, ha sido esencial a lo largo de la historia. Usos y abusos del bosque se han producido en todas las épocas y, en todas ellas, hubo también quienes lo protegieron, aunque raramente con el éxito necesario. Testimonios del uso de la madera en la época prehispánica son visibles en todos los restos arqueológicos nacionales y también en la época colonial, especialmente en los púlpitos de las iglesias y en los muebles de los palacios virreinales. Es, pues, innegable que las industrias madereras son parte de la historia del Perú como de todas las naciones y, por eso también deben tenerse en cuenta al celebrar la forestería.
En esta ocasión, se recuerda a tres grandes empresas madereras peruanas, una de las que fue creada en el siglo XIX y que abastecieron tanto al país como al extranjero por muchas décadas. Ellas son: Ciurlizza Maurer, creada en 1856; Sanguinetti y Dasso, en 1900, y Luis Guillermo Ostolaza, que también existe desde 1900, aunque fundada a comienzos del siglo XX. Por su importancia, se añade a la Astoria Importing and Mfg. Co, Inc.
Imagen proporcionada por Carlos Pilco
Ciurlizza Maurer funcionaba en un enorme local situado en el número 20 de la plaza Unión y fue, durante mucho, tiempo la más importante del país. Tenía filiales en provincia y otro local en la Avenida Argentina. En 1921 sufrió un incendio de grandes proporciones, del que se repuso. A comienzo de la década de 1960 hizo un gran esfuerzo para renovarse, procurando iniciar el manejo sostenible de bosques naturales e instalar una industria forestal moderna en la Selva. Por su parte, Sanguinetti y Dasso tenía su local principal en la Plaza Grau, mientras que Luis Guillermo Ostolaza estaba ubicado en el número 501 de la Avenida Argentina y disponía de otro establecimiento en la Avenida Tacna.
Estas empresas importaban y exportaban madera que traían de la Selva o de la Costa Norte. Se traía al país mucho pino oregón y pino rojo, así como araucaria, entre otras especies. En cambio, exportaban especialmente cedro y caoba y, además, comenzaban a procesar diferentes especies de roble, moena, lagarto y tornillo, así como ulcumano o romerillo. Los directivos de esas empresas eran ciudadanos bastante activos y preocupados por la conservación de los bosques de los que provenía su madera.
El caso de la Astoria Importing and Mfg. Co. Inc., que se ubicaba en Iquitos, es importante pues, en su época, fue probablemente la mayor industria forestal asentada en la Selva. Parece haber sido creada alrededor de los años 1930 por un grupo norteamericano. Se instaló en Iquitos, a orillas de la desembocadura del río Nanay y tanto compraba como extraía directamente madera. Hay evidencias de que mucho salía de lo que hoy es la Reserva Nacional Pacaya Samiria. Procesaba inicialmente cedro y caoba, las preferidas, pero se adhirió al boom de la lupuna para producir laminados. También exportaba otros productos forestales como aceite de palo rosa, barbasco en polvo y leche caspi. Crearon una suerte de filial denominada Compañía Astoria Peruana S.A. que se dedicó crecientemente a productos no maderables, en especial fármacos. En 1984, cuando ya no era importante, fue transferida a propietarios peruanos y después de pocos años la operación fue abandonada.
La mención de esas cuatro empresas no significa que no hubiera muchas más. Por ejemplo, en 1960 se registraron oficialmente 90 aserraderos en la Selva, algunos de ellos importantes, pero las compañías citadas eran definitivamente las más conspicuas, especialmente antes de los años 1940.
En la actualidad, como bien se sabe, la mayor parte de la madera que se comercializa en el Perú es de origen ilegal. La responsabilidad de eso es en gran medida del Estado que, agobiado por la informalidad dominante, se muestra incapaz de realizar una buena gestión del recurso. Pero para ello es esencial la colaboración efectiva de los empresarios que, tanto o más que los demás ciudadanos, deben preocuparse por la conservación del recurso que sustenta sus industrias.
*En portada: La empresa maderera Sanguinetti y Dasso fue unas de las tres principales en el Perú en el siglo XX. Foto proporcionado por Juan Carlos Pilco.