Marc Dourojeanni:
Profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, Lima, Perú.
Acaba de ser publicado un libro excelente que nos habla de Augusto Weberbauer y de su obra. Él fue un científico alemán que dedicó su vida a dar a conocer las plantas del Perú, país que recorrió palmo a palmo con germánica persistencia y minuciosidad. Su obra es el primer y aún es el más completo estudio existente de la fitogeografía peruana. Sus décadas de trabajo están sintetizadas en el libro “El Mundo Vegetal de los Andes Peruanos” (1945) que es una suerte de biblia para los ingenieros forestales y para los biólogos pero que es muy poco conocida por el público en general, inclusive por los que se interesan por los temas ambientales. Dos investigadores de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, Humberto Zelada y Carlos Reynel, han reunido lo que se sabe de Weberbauer y en especial han interpretado su trabajo y, en cierta forma, lo revaloran en el contexto actual.
Carlos Reynel, además de coautor, ha sido el editor de la obra que se comenta. Él es uno de los botánicos peruanos más famosos de la actualidad, habiendo escrito numerosos libros y artículos científicos y ha aumentado considerablemente la lista de plantas nuevas para la ciencia o nuevas para el Perú. Por eso es, merecidamente, un miembro titular de la Academia de Ciencias del Perú. Pero Reynel, a diferencia de otros científicos peruanos de su generación es modesto y discreto, tanto como lo fue Weberbauer. Por eso es poco conocidos y no siempre reconocido. Humberto Zelada es un destacado investigador invitado en el Herbario que Reynel conduce en la Universidad.
Weberbauer (1871-1948) fue uno de una pequeña legión de zoólogos, botánicos y arqueólogos alemanes que, siguiendo el ejemplo del precursor Alexander von Humboldt, hicieron trabajos memorables y transcendentes para el Perú durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Todos amaron mucho al país que sus estudios revelaban al mundo y a los propios peruanos y la mayoría de ellos permanecieron en el Perú hasta sus muertes, como ha sido el caso de Weberbauer. A ese grupo pertenecieron también, entre otros, Johanes E. Wille, el padre indiscutido de la entomología peruana; Erwin Schweigger, uno de los creadores del manejo sostenible de la anchoveta; los famosos arqueólogos Max Uhle, Hans Brünning y Maria Reiche, el médico antropólogo Ernst W. Middendorft, los zoólogos y ecólogos Hans y Maria Koepcke y, el entomólogo Wolfgang K.Weyrauch. Y a ellos hay que sumar los suizos germánicos Johann Jakob Tschudi, explorador incansable del Perú y, entre otros, el ingeniero Pablo Boner.
Hay muchos aspectos transcendentes que se desprenden del análisis meticuloso que los autores hicieron de la obra de Weberbauer. Para quien escribe esta nota uno de sus valores importantes es saber cómo era la vegetación peruana en cada parte del territorio más de 80 años atrás. Una mirada a la excelente versión del mapa de las formaciones vegetales del Perú de Weberbauer, reproducido por los autores, demuestra que no hay exageración en las denuncias que se han hecho sobre la destrucción y consecuente reducción de los bosques de la vertiente oriental andina.
El ejemplo que dan Zelada y Reynel debería entusiasmar otros a hacer algo equivalente con la obra “Zonas de Vida Natural en el Perú” del estadounidense-costarricense Joseph A. Tosi (1960) que es, sin duda, el mejor análisis de la ecología andina hecho hasta el presente y que
complementa bien el trabajo de Weberbauer. Tosi fue otro enamorado del Perú donde pasó muchos años dedicados a estudiar la realidad ambiental y el potencial para el desarrollo sostenible de cada una de las zonas de vida que el delimitó y describió usando fundamentos científicos sólidos. Su obra fue retocada en 1976 por la antigua Oficina Nacional de Evaluación de Recursos Naturales (ONERN) en una versión poco afortunada y, otra vez, por el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología del Perú (SENAMHI) bajo el nombre “Atlas de Zonas de Vida: Guía Explicativa” (2017). Pero esas réplicas no han intentado una interpretación del trabajo ni hablan del autor que, como Weberbauer, fue un personaje excepcional y un precursor no solamente de la ecología peruana sino que, asimismo, lo fue de la política y conciencia ambiental. Pero muy pocos saben de sus obras.
No puedo terminar sin felicitar calurosamente a los autores de este libro tan bien realizado, sin duda, con mucho esfuerzo y sacrificios personales pues, como se observa tuvo poco apoyo de instituciones públicas ricas, que debieron ser las primeras en apoyar su preparación y edición. Este es, sin duda, un gran aporte a la ciencia peruana y especialmente a los estudiosos de nuestra flora. Todos agradecemos.