Entrevistas
02 . 08 . 2022

El pasado miércoles 11 de mayo, el ingeniero forestal, investigador y cazador Pedro Vázquez presentó su libro “Conservación y manejo cinegético del venado cola blanca en el Perú: El caso del Coto de Caza El Angolo” en un evento virtual organizado por Pronaturaleza y la Universidad Nacional Agraria La Molina. La publicación es el resultado de varios años de trabajo en campo y sistematiza una gran cantidad de información sobre el Coto de Caza el angolo.

Conversamos con el autor para entender algunos elementos importantes respecto al manejo cinegético y cómo favorece la conservación de la fauna en nuestro país.

¿En qué consiste el manejo cinegético?

Entender el manejo cinegético no es tan complicado. En un área natural muy diversa lo que vamos a encontrar son cosas muy distintas, pero probablemente solo haya una de cada tipo, entonces si quieres cosechar no puedes porque la densidad de la población es muy baja y podrías dejar una especie sin ejemplares. Lo que te dice la teoría del manejo es: “Simplifica la estructura. Elimina esto. No en todas partes, pero en este lugar específico tienes que eliminarlo para privilegiar la recuperación de aquello que quieres cosechar”. En resumen, tenemos un montón de especies apreciadas pero muy dispersas; lo que hay que hacer, en los casos en que corresponda, es aumentar su población para garantizar tanto su uso como su conservación. 

¿Cómo se aplica esta teoría al trabajo que se hizo con los venados en el Coto de Caza el Angolo?

Los ungulados en general, satanizados en la biblia por la pezuña hendida, tienen una tasa de productividad alta y aprovechan muy bien la modificación de un hábitat natural hecha por el hombre. Los bosques secundarios o intervenidos tienen una estructura más simple que los bosques clímax; es decir, como mencioné antes, hay menos especies y por lo tanto se pueden producir más de cada una, lo que hace que se trate de un hábitat en expansión y no en retroceso. La fauna necesita protección, pero sobre todo necesita hábitat.

Recuerdo que cuando un colega empezó a trabajar con cazadores en la selva de Iquitos, primero hizo una evaluación de lo que era sostenible, lo que se cazaba en ese momento, a qué edad, qué sexo, en qué estadío reproductivo, etc. Evidentemente llegó a la conclusión de que hay cosas que se podían cazar más y otras que no se deberían cazar. Lo interesante de su experiencia es que no empezó trabajando con los campesinos, ribereños o colonos diciendo “hay que vedar porque hay que proteger las especies”, sino que les dijo “podemos cazar más sajinos, añujes y venados, porque ‘aguantan’, pero tenemos que dejar de cazar monos y sachavacas”. De esta manera los cazadores no sentían que se quedaban sin actividad o alimento.

En el caso de El Angolo, el coto de caza no fue creado como un área natural protegida sino como un área de manejo forestal que, según la Ley Forestal del año 75, eran unidades separadas. Por un lado estaban las áreas destinadas a las reservas naturales y por otro las áreas donde había que romper balances naturales (o más coloquialmente “meter la mano”) como los cotos, bosques de protección y bosques nacionales. 

¿Cuáles fueron los principales obstáculos para implementar el manejo cinegético en El Angolo?

En términos de gobernanza, hay un asunto que aún no terminamos de entender. Entre 1900 y 1943 hubo una gran cantidad de cambios en la organización de la entidad pública que manejaba la agricultura, que era el Ministerio de Fomento y Obras Públicas. En el año 43, se crea el Ministerio de Agricultura y de ahí en adelante los cambios se volvieron aún más frecuentes y se hacían después de un período cada vez más corto. Una nueva ley orgánica del sector, un cambio de nombre, un cambio en la estructura organizacional. Entre el diseño, la adaptación y el nuevo cambio, se nos van los 5 años de gobierno. ¿Cuál es la visión de futuro de los funcionarios si se están adaptando a la nueva norma o a la nueva idea del nuevo jefe? Los cambios no son una anécdota. Esos reacomodos tienen una profunda significancia en el mensaje que van a recibir los funcionarios. 

Por ejemplo, ‘área protegida’ evidentemente suena a protección y la Dirección General de Áreas Naturales Protegidas y Fauna Silvestre nos suena a que la fauna tiene que estar protegida pues, ¿cómo se te va a ocurrir usarla? Sin embargo, la dimensión forestal es de motosierra, hacha y machete, hay que cortar; y los animales también deberían poder ser cosechados. En ambos casos hay que hacerlo bien, bajo planes de manejo sostenibles.

¿Qué otros problemas pueden resolverse implementando el manejo cinegético?

Uno de los más importantes son las enfermedades. Veamos lo que pasa con las granjas de pollos. Normalmente las encontraríamos perdidas en las quebraditas del desierto, no porque ahí el terreno sea más barato, sino porque están aisladas y es más difícil que lleguen las plagas. Ahora, si entras a Google Earth y ubicas Medio Mundo, hay alrededor de 100 galpones a menos de 200 metros de la laguna, un lugar donde llegan miles de aves no sabemos de dónde y trayendo no sabemos qué. Entonces los informes del Centro de Investigación de Enfermedades Tropicales de Estados Unidos, que está analizando las transmisiones del virus aviar en Perú  junto con la Dirección de Salud de la Marina de Guerra indican que ya no estamos en la H1N1… ¡Creo que estamos en el H25N43! La mutación es tan rápida que escapa del control.

¿Quién puede controlar la sanidad de las especies silvestres? ¿Quién cura animales silvestres? Nadie. Entonces lo que hacemos es evitar que se enfermen dándoles un hábitat de calidad y eso es manejo. Cobertura, espacio, agua y alimento. Un hábitat de calidad es igual a tener animales sanos.

¿Con qué otra especie se ha implementado el manejo cinegético en Perú y cuáles fueron las consecuencias?

En el libro “Los señores del guano”, tesis doctoral de Gregory Cushman que ha sido publicada en el año 2018 por el Instituto de Estudios Peruanos, lo explican muy bien. El libro es un tratado de manejo y fauna que relata 200 años de manejo de aves guaneras contando la historia del siglo XIX, XX y XXI, casi llegando a la época de Fujimori, hablando de todo lo que hizo el Estado peruano a lo largo de la historia para gozar del guano; sacándolo con dinamita, manejando la población, protegiéndola de la depredación y, finalmente, cambiando un principio fundamental: el guano ya no es importante. En resumen, la compañía administradora de guano decidió hacerse Harakiri y fue donde la junta de directivos a decirles:

  • ¿Cuál es nuestro quehacer? ¿Qué vendemos? 
  • Guano
  • ¿Y quién produce el guano?
  • El guanay
  • ¿Con qué lo produce?
  • Con anchovetas
  • ¿Y si despedimos al guanay y nosotros producimos guano con anchoveta?

Bueno, se hizo la prueba y cuando llegó el resultado dijeron “pero cómo vamos a botar todo esto al piso si es proteína pura?”. Y ahora se llama harina de pescado. Y en consecuencia, como país, no vendemos guano, vendemos harina de pescado. Y las aves, que eran 50 millones, ahora son lo que son. La producción sostenible de guano solía ser de 350 mil toneladas al año y ahora es de 20 mil. La mayor parte de las islas y puntas guaneras están ahí, a medio pelo; las protege Sernanp, físicamente, porque protege la isla, ¿pero y las aves? ¿Quién controla las aves? ¿Quién controla el alimento de las aves?

¿Crees que hacernos harakiri es algo común? 

Lo que pasa por un lado es que nos dejamos seducir por la ganancia. Si es mejor vender más anchoveta convertida en harina que vender guano, entonces decimos “vamos con eso”. Por otro lado, no terminan de entender que sacando una parte de la población podemos beneficiar a esa misma población y a quienes están acompañándolos. Está demostrado que en El Angolo solo se caza venados. Hay palomas, pericos, zorros, sajinos, pumas, osos hormigueros, mapaches, etc. Pero a ellos nadie los toca. 

Se trata de un trabajo de largo aliento, no es para mañana. Cuando se dieron los contratos de administración por 20 años, la gente pensaba que era una privatización. Bueno, ya pasaron y seguimos vivos. No hay plazo que no se cumpla. Si planificamos realmente a mediano y largo plazo, y nos acostumbramos a hacerlo así, vamos a cosechar los beneficios. El problema está en que la crisis económica de los 80 nos dejó el ‘largo plazo’ fuera de la imaginación.

¿Qué tendría que mejorar para que sea posible introducir el manejo cinegético en otros lugares?

Tiene que haber una estructura. No se trata de proclamar una ley y dejar la situación al abandono. Por ejemplo, en Europa y Estados Unidos estuvieron introduciendo lobos al manejo. Ahora cuando un campesino reporta una pérdida, el Estado la reconoce y la paga. Existen policías especializados que se encargan de resolver los líos entre ganaderos y de reconocer cuándo una vaca ha muerto por lobos o cuándo ha sido por otro motivo. Sin esa estructura diseñada según las características de cada lugar, los campesinos matarían a los lobos, como sucede aquí con los pumas. 

El Estado les tiene que garantizar a los ganaderos que van a estar a cargo. Un puma que ya se hizo demasiado viejo y que ya no puede perseguir a un venado por el monte, va a ir a un corral y va a matar a las ovejas. Ese animal puede ser retirado, ESE animal, no TODOS los pumas. Eso es manejo. Preservamos el hábitat para los pumas y las ovejas sin perjudicar la vida social y económica del lugar. Pero para eso hay que saber y entender cómo funciona todo. Si la respuesta es “no, no quiero saber nada”, entonces nunca sabremos nada. 

Para conocer más sobre este interesante tema, puedes comprar el libro de Pedro Vásquez escribiendo al correo comunicaciones@pronaturaleza.org o al número 998363937. Además, puedes ver la presentación del libro completa en este enlace.