Por Arturo Jimenez y Alfredo Lopez.
Miembros del Equipo de Actualización del perfil del hotspot de biodiversidad Andes Tropicales.
Durante los últimos 30 años, América Latina y particularmente la región andina, ha experimentado profundas transformaciones en los ámbitos económico, político y social, los mismos que aceleraron procesos de cambio en el uso de suelo, inclusive en zonas de laderas y áreas de alto valor para la conservación. Simultáneamente, el fenómeno del cambio climático se intensificó en la región y acentuó el nivel de riesgo en los asentamientos humanos y en sectores tan esenciales como el agropecuario. Esta realidad se hizo más compleja recientemente por la presencia de la pandemia de la COVID-19, ya que por un lado los estados pusieron la conservación en segundo plano, perdiendo muchos guardaparques sus empleos, aumentando la caza y la explotación forestal ilegal (UICN, 2021).
Por otro lado, se reactivaron fenómenos migratorios hacia zonas rurales, que habían sido abandonados en el pasado; esto debido a los graves problemas de hacinamiento y falta de empleo en zonas urbanas. Esta situación ha generado un amplio debate en diversos sectores públicos y privados, sobre cuáles deberían ser los pilares para impulsar una recuperación resiliente frente a la pandemia y al cambio climático. Todos coinciden en la necesidad de profundizar los esfuerzos hacia una transformación social y ecológica de la humanidad, pero lo más importante es orientar la inversión pública y privada bajo criterios de justicia, igualdad y solidaridad.
Los países andinos que son parte del ecosistema Andes Tropicales y juegan un rol clave no sólo a nivel regional, sino mundial frente al problema del cambio climático, y frente a la responsabilidad de mantener a perpetuidad la diversidad biológica y genética para las actuales y futuras generaciones a través de la protección de las áreas protegidas y Áreas Claves para la Biodiversidad (ACB). Por lo tanto, uno de los pilares que nuestros gobiernos deben impulsar es cooperar en una estrategia conjunta para mejorar la posición a nivel regional y global dentro de la Agenda 2030 y en la negociación de fondos climáticos que ayuden a generar cambios en los modelos de desarrollo sostenible en los andes tropicales. Pero también es fundamental trabajar desde lo local, visibilizando la importancia de las ACB en la sociedad, donde los actores sociales son quienes tienen la capacidad de movilizar cambios políticos y económicos que consideren la conservación de las ACB como estrategia para enfrentar el cambio climático.