El pasado 31 de julio se celebró el Dia Internacional de los Guardaparques. En todos los países del mundo, como en el Perú, se realizaron celebraciones públicas y los homenajes proliferaron, alabando el coraje y la mística de esos hombres y mujeres dedicados a la conservación de la naturaleza.
Asimismo, cada 6 de diciembre se conmemora el Día del Guardaparque Peruano. Eso está muy bien. Pocas décadas atrás ese día, como ocurre con el de los guardaparques peruanos que ni existía, pasaba desapercibido en el Perú. Pero no se dijo en voz alta lo que esos esforzados defensores de nuestro patrimonio natural realmente necesitan para cumplir mejor su función. En efecto, pese a más de cinco largos años de lucha de los propios guardaparques y de diversas instituciones y personalidades, ellos siguen abandonados por el Estado, que les paga poco, los defiende mal y, en especial, que les niega la oportunidad de tener una carrera profesional reconocida y con perspectivas justas.
En 2017, los guardaparques apoyados por un congresista presentaron un proyecto de ley para dar formalidad a sus responsabilidades y recibir una compensación equitativa. Diversas reparticiones públicas se opusieron a reconocer y aceptar que existen diferencian entre el servicio día y noche, para hacer de todo un poco, sin descanso en hora ni día cierto, aislado de la familia, con alto riesgo para la vida tanto por accidentes como por crímenes, con el que prestan inúmeros burócratas cómodamente sentados en un sillón giratorio, con aire acondicionado, con horarios de trabajo claros y, sin más riesgo que el de ir de su casa al trabajo y regresar. Por eso ese proyecto fue descartado.
En 2018, el autor apoyado por otros profesionales y en conversaciones con los propios guardaparques preparó un nuevo proyecto de ley mucho más completo y detallado y ya abordando algunos de los temas que provocaron el rechazo del anterior. Recibió apoyo inicial de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental y de Pronaturaleza, pero tampoco avanzó debido esencialmente a la oposición de funcionarios administrativos del Sernanp que, por entonces, insistían que “no era necesario hacer una legislación especial para resolver los problemas que enfrentan los guardaparques”.
La insistencia de los guardaparques y de los promotores ganó un enorme apoyo con la participación de la Clínica Jurídica Ambiental de la Pontificia Universidad Católica Del Perú, a cargo de Mariano Castro. Él y sus alumnos realizaron investigaciones, discutieron todos los aspectos legales y organizaron eventos con participación de autoridades claves, entre ellos congresistas. Pronaturaleza volvió a embarcarse en el tema y también apoyó actividades de los guardaparques en procura de soluciones. Se estaba avanzando bien cuando comenzó la pandemia.
Mariano Castro, para suerte de todos, fue nombrado viceministro y, desde esa posición continuó apoyando la propuesta ya bastante mejorada, presentada originalmente. En especial consiguió el reconocimiento por parte de la Autoridad Nacional del Servicio Civil (Servir) de que, en principio, los guardaparques merecen, efectivamente, un tratamiento diferenciado del grueso de los servidores a los que se aplican esas reglas. Pero la inestabilidad política complicó mucho la situación y, tanto en el Ministerio del Ambiente como en el Congreso se perdieron las personas que lo defendían. Es decir que el proyecto de ley se encuentra otra vez huérfano de soporte político.
El proyecto no solamente define y reconoce plenamente la profesión de guardaparque, sino que establece el marco y las reglas de la actividad del cuerpo de guardaparques, los deberes y derechos que les corresponden, el escalafón que les permite desarrollarse profesionalmente; el sueldo, compensación, seguro y el valor de otros derechos justos y, asimismo, crea una institución estable, una escuela o instituto, para su formación. Contempla el tema de la asimilación del personal ya en servicio sin ocasionar perjuicios a los que tienen actualmente menos formación académica, facilitando la incorporación de indígenas y campesinos locales en el cuerpo.
Por todo eso, en el Dia Internacional de los Guardaparques, además del bienvenido y merecido aplauso, se debería haber reiterado el esfuerzo necesario para hacer justicia a esos hombres y mujeres. Felizmente, personalidades como Mariano Castro y entidades como Pronaturaleza, siguen persiguiendo activamente la adopción de ese u otro texto legal equivalente, que es indispensable si se desea, realmente, conservar el patrimonio natural del Perú, en particular el incluido en las áreas naturales protegidas. Por eso, todo apoyo para vencer la inercia de los políticos es tan bienvenido cuanto indispensable.