Rubro 3
01 . 30 . 2023
Por Marc Dourojeanni, Fundador y vicepresidente de Pronaturaleza.

Un buen amigo, Juan Carlos Pico, quien me ha ayudado mucho para dar a conocer e ilustrar mis trabajos, me envió una foto de 1940 que marca la creación del Comité Nacional de Protección a la Naturaleza (ver foto de cabecera, la cual fue tomada el 26 de abril en el Gran Hotel Bolívar, Lima. En ella aparecen, de izquierda a derecha, Alberto Giesecke, Francisco Ballén, Augusto Weberbauer, Luis Alayza Paz Soldán, Thomas Gilbert Pearson, Carlos Morales Macedo y Carlos A. Barreda. Del archivo de Carlos Morales Macedo). Ese ha sido un acontecimiento importante pues, en cierta forma, marca el primer paso organizado de la sociedad civil peruana para conservar la naturaleza. Como se sabe, el Comité existió entre 1940 y 1971, cuando dejó de tener cualquier actividad después del fallecimiento de su fundador y único presidente, Carlos Alberto Barreda (Dourojeanni 2018). En la fotografía, que fue publicada por Cushman (2003, 2013), figuran personajes muy destacados de esa historia y, asimismo, ofrece una explicación al hecho que merece ser comentada.

En efecto, las personas en la fotografía crearon, ese mismo año, el Comité Nacional de Protección a la Naturaleza.  Según Cushman, la reunión del 26 de abril fue organizada por el famoso ornitólogo estadounidense William Vogt que por entonces se despeñaba en la Compañía Administradora del Guano (CAG) y por el presidente de ésta, Francisco Ballén, con ocasión de la visita de Gilbert Pearson a América del Sur y al Perú. Este, por entonces era un influyente dirigente de la Audubon Society de EE. UU. empeñado en promover la adopción de la Convención para la Protección de la Flora y Fauna y las Bellezas Escénicas de América que, efectivamente, se aprobó en Washington el 12 de octubre de 1940. En su recorrido por la región, Pearson también sugería establecer organizaciones ambientalistas en cada país.

Y así fue. Ese mismo año se creó el Comité Nacional de Protección a la Naturaleza, contando con los personajes de la foto, es decir además de los citados, al destacado científico y político Alberto Giesecke, el notable botánico alemán Augusto Weberbauer, el importante productor rural Luis Alayza Paz Soldán, el biólogo y director del Museo de Historia Natural “Javier Prado” Carlos Morales Macedo y, el agrónomo y político Carlos A. Barreda. Este último, que también fue senador y ministro, fue elegido presidente y, durante mucho tiempo, la secretaría fue ejercida por Alberto Giesecke.  Contó desde el comienzo con un boletín en el que se reúnen muchas ideas y propuestas para una gran diversidad de asuntos ambientales que provenían de sus miembros o de invitados a escribir. En 1945 el Comité contaba con 22 miembros, entre los que además de los antes citados figuraban Javier Pulgar Vidal, Juan Voto Bernales, Horacio Urteaga, Jorge Broggi, Aurelio Miro Quesada, Enrique del Solar y Gerardo Klinge. En su apogeo, a mediados de la década de 1950, llegó a contar con unos 32 miembros activos y correspondientes. Entre otros personajes importantes nuevos en ese periodo merecen mención Ángel Maldonado, Andrés Aramburú Menchaca, Luis Gamarra Dulanto, Carlos Llosa Belaunde, Ernesto Noriega Calmet, Augusto Peñaloza, Gonzalo de Reparaz y Oswaldo González Tafur, así como los científicos Erwin Schweiger, Ramón Ferreyra, Johaness Wille y Jean Vellard. En su etapa de la década de 1960 fueron incluidos muchos otros personajes del mundo científico o técnico, como Flavio Bazán Peralta, John Neale y los esposos Hans y María Koepcke, pero la actividad del Comité comenzó a decaer.

Cushman (2003, 2013) dedica algunas páginas de sus libros al Comité y, aunque aporta varios elementos nuevos, ratifica lo que yo mismo (Dourojeanni 2018, 2022) concluí sobre el mismo tema: El Comité fue una promesa desaprovechada para lanzar ideas concretas y promover medidas efectivas para conservar el patrimonio natural peruano. Por el alto nivel social, económico y científico de sus miembros y por la evidente influencia política que muchos de ellos tenían, tuvieron la posibilidad de adelantar en una y quizá en dos décadas lo que realmente ocurrió apenas a partir de mediados de los años 1960 y especialmente en 1970. Pudieron, por ejemplo, conseguir que los gobiernos en los que muchos de ellos ejercían mucho poder establecieran alguna repartición publica encargada de la temática ambiental, también tenían capacidad para promover dispositivos legales en beneficio del ambiente o, por lo menos, pudieron obtener la creación de algunas áreas protegidas. Pero se limitaron a declaraciones, discursos y propuestas confusas sobre una enorme dispersión de temas. Prácticamente nada de lo que ellos discutieron, propusieron y escribieron se realizó mientras el Comité existió.

En el análisis de Cushman dos serían los principales motivos de esos resultados tan poco significativos. El primero fue el carácter elitista de la membresía del Comité que restringió excesivamente el acceso de personas con opiniones divergentes, en especial de jóvenes y de profesionales y, por tanto, de propuestas progresistas y más realistas. El segundo motivo, obviamente, fue la falta de democracia aplicada a la gestión de la organización que, desde su creación hasta su fin fue dirigido de forma vertical por Carlos A. Barreda determinando que, lógicamente, la institución despareciera con él. La figura tan llamativa de Felipe Benavides Barreda comenzó a ser dominante en temas ambientales desde mediados de los años 1950, a partir de sus protestas por la presencia de la flota ballenera de Aristóteles Onassis en el mar peruano, asunto que también fue abordado por el Comité. Benavides, en lugar de sumarse al Comité, en los años 1960 fundó sus propias organizaciones no gubernamentales ambientales, en especial Pro Defensa de la Naturaleza (Prodena) a las que dirigió exactamente del mismo modo que Barreda, es decir sin ninguna renovación de su dirigencia.  Y, peor, entre los dos presidentes, Barreda y Benavides, se estableció una evidente competencia por figuración y reconocimiento que, obviamente, no ayudó a la causa.

El Comité publicó una serie de boletines que contenían una vasta diversidad de artículos, muchos de los cuales contienen información importante hasta en la actualidad. Eso ha sido una de sus pocas contribuciones concretas

El monopolio de la temática ambiental por esas personas e instituciones, muy acentuado en la prensa escrita, explica en parte el por qué las organizaciones no gubernamentales peruanas más eficaces demoraron en aparecer hasta mediados de la década de 1980. Fue cuando se creó la Asociación Peruana para la Conservación de la Naturaleza o Apeco (1983), la Fundación Peruana para la Conservación de la Naturaleza o Pronaturaleza (1984), la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental o SPDA (1986) y, entre otras, la Asociación para la Investigación y el Desarrollo Integral (Aider).  En cambio, países vecinos, como Argentina, Brasil y México, tuvieron organizaciones no gubernamentales ambientalistas cumpliendo roles significativos desde la década de 1940.

No hay duda que el Comité Nacional de Protección a la Naturaleza fue pionero y que, como tal, contribuyó a concientizar a la parte más ilustrada de la sociedad sobre la importancia de conservar los recursos naturales. Pero, como todo lo indica, desperdició la oportunidad que le daban sus miembros influyentes y hasta su nombre, que incluía la palabra “nacional”, para realizar mucho más. De hecho, como lo recuerda Cushman, la idea original de Pearson y de los fundadores era que el Comité se convierta en una institución asociada al Estado con influencia directa sobre la gestión de los recursos naturales renovables a través del entonces Ministerio de Fomento. Es decir, algo equivalente a un consejo nacional del ambiente o, eventualmente, el embrión de una agencia especializada. Pero nada de eso ocurrió.

Referencias

Cushman, Gregory T.  2003. The Lords of Guano: Science and the Management of Peru’s Marine Environment,1800-1973. PhD Dissertation, The University of Texas at Austin. 780p. Revise el documento aquí.

Cushman, Gregory T. 2013. Guano and the Opening of the Pacific World. A Global Ecological History. Cambridge Univ. Press. Studies in Environment and History. 415p. Revise el documento aquí.

Dourojeanni, Marc J. 2018. Áreas Naturales Protegidas del Perú: El Comienzo. Ed. Grijley, Lima. 330p.

Dourojeanni, Marc J. 2022. Crónica de la Conservación de la Biodiversidad Peruana. Universidad Nacional Agraria de la Molina, Lima. 568p.