Aporte de la Fundación
A 38 años de su fundación Pronaturaleza ha acumulado varios éxitos tan importantes como marcantes en beneficio de la conservación de la vida natural peruana. Creada principalmente para conservar muestras representativas de los ecosistemas naturales y de la biodiversidad que contienen dedicó sus primeros treinta años casi exclusivamente a ese propósito. Lo hizo tanto proponiendo el establecimiento de áreas protegidas como participando activamente en su gestión, en apoyo a la autoridad competente. Su rol fue determinante para los parques nacionales Manu, Huascarán, Río Abiseo, Cerros de Amotape, Yanachaga-Chemellen Tambopata y Bahuaja-Sonene; las reservas nacionales Paracas, Junín, Lachay, Titicaca y Pacaya-Samiria; los santuarios nacionales e históricos Huayllay, Manglares de Tumbes, Chacamarca y Machu Picchu y, asimismo, para el coto de caza El Angolo. Pero también participó activamente en la gestión de muchas otras, como Sierra del Divisor y Cordillera Azul. Sin la intervención de Pronaturaleza en la década de 1980, en que los gobiernos de turno descuidaron sus responsabilidades, se habría perdido gran parte del patrimonio natural del país. De hecho, apenas hasta en sus primeros 20 años, la Fundación recaudó y transfirió unos 30 millones de dólares destinados exclusivamente a la conservación de la naturaleza. Otro tanto ha sido logrado entre el año 2004 y el presente momento.
La Fundación no descuidó trabajar con las poblaciones locales, involucrándolas en todas sus actividades dentro y alrededor de las áreas protegidas y contribuyendo a su progreso económico y mejoramiento social mediante actividades productivas sostenibles, como la agroforestería basada en café y cacao y, en especial, en base al manejo de especies forestales frutíferas como el aguaje y la castaña, entre tantas otras y, también, del manejo de especies de la fauna, siendo notable sus esfuerzos y éxito sin par con las tortugas de río en la Selva y con los recursos hidrobiológicos de los manglares, entre otros. Fue, asimismo, pionera en el desarrollo del ecoturismo en Pacaya-Samiria y en otros lugares.
A partir de la mitad de la década de 1990 y, más acentuadamente desde entonces, Pronaturaleza ha diversificado sus acciones, encontrando entre otros, un nicho en la necesidad que tienen los pueblos indígenas afectados por grandes obras de generación de energía en la Selva (petróleo y gas) de conocer, evaluar y reaccionar oportunamente a las emergencias ambientales provocadas en sus territorios ancestrales. Es así como surgieron los programas de monitoreo ambiental y socioambiental que, de otra parte, han sido esenciales para formalizar, equilibrar y mejorar las relaciones de las comunidades indígenas afectadas con las empresas. Estas se han beneficiado con las informaciones detalladas y oprtunas proporcionadas, a costo competitivo, por los monitores y, por cierto, más aún con la reducción de los conflictos sociales. Los indígenas, por su parte, tienen certeza de lo que realmente acontece en sus territorios y obtienen pruebas contundentes para sustentar sus reclamos en caso de deficiencias en la actuación de la empresa o de eventuales accidentes. Esos programas, además, han llevado capacitación y prácticas eficientes de gobernanza ambiental al interior de las comunidades.
Obviamente, como otras organizaciones similares, Pronaturaleza ha participado en una amplia diversidad de esfuerzos en beneficio de la conservación de la naturaleza, incluyendo propuestas de textos legales, innumerables publicaciones científicas y divulgativas, cursos y entrenamientos para técnicos y guardaparques, denuncias públicas referidas a áreas y especies protegidas, organización de eventos técnicos, estímulo al periodismo ambiental, reforestación, estudios regionales e internacionales, etc. Pero de las tantas realizadas ha destacado el programa “Sueños” que, en base al apoyo integral a escuelas rurales próximas a las áreas protegidas, forma jóvenes en los conceptos de desarrollo sostenible llevándolos desde la primaria hasta, en muchos casos, la universidad.
Finalmente, como organización pionera en su género y, durante más de tres décadas, la mayor del país, la Fundación ha sido el principal centro de entrenamiento en servicio de los ambientalistas peruanos tanto del nivel nacional como regional. Son algunos miles los profesionales, técnicos y trabajadores que la han dirigido o que han servido en los programas y proyectos ambientales de la Fundación y que han absorbido su ideología conservacionista, es decir conservar y usar bien la diversidad biológica para beneficio de los peruanos del presente y del futuro. Ellos se han destacado en todos los cargos públicos y privados importantes relacionados a la conservación del patrimonio natural renovable, incluyendo entre ellos y ellas a varios ministros y viceministros de estado, directores generales y, directores de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales, entre otros. Pronaturaleza ha dejado, pues, una huella profunda en la historia de la conservación en el Perú.
Retos del futuro
Pronaturaleza fue fundada en torno a la necesidad de conservar la extraordinaria diversidad biológica del Perú para beneficio de todos. Esa finalidad no ha cambiado ni debe cambiar en la medida de que nuevas amenazas para la biodiversidad, como el cambio climático y la minería ilegal mecanizada, se han sumado a las amenazas de siempre, como la deforestación, la caza y la explotación maderera desordenada. Asimismo, la presión humana ha aumentada mucho, tanto en términos de densidad de población como de sus necesidades. Es decir que, pese a todos los esfuerzos y a los muchos éxitos, la diversidad biológica está ahora más amenazada que cuando la institución fue creada.
De otra parte, en la actualidad existe una capacidad notoriamente mayor del sector público para cuidar de la biodiversidad, contando inclusive con un ministerio del ambiente y con varios organismos nacionales y regionales dedicados al tema. También hay, actualmente, un gran número de organizaciones no gubernamentales nacionales e internacionales actuantes en el país. Eso obliga a la Fundación a ser muy proactiva en la determinación de los nichos en que más falta hace y en los que puede ser más útil a la nación.
Desde hace algún tiempo la Fundación actúa preferentemente en las zonas de amortiguamiento de las áreas naturales protegidas, procurando estabilizar la expansión agropecuaria y forestal, incrementando la productividad y haciéndola más ecológica y más económicamente rentable, para frenar la deforestación o las eventuales agresiones a dichas áreas. Esa labor debe continuar, pero debe ser complementada con otras para aumentar el área natural preservada o bajo uso sostenible. Tres opciones están claramente disponibles y son importantes. La primera es el apoyo a las comunidades nativas y campesinas a planificar mejor el uso de sus espacios, preservando parte de ellos y usando de forma más intensiva lo que ya ha sido deforestado o restaurando lo degradado. Eso implica, entre otros aspectos, asistencia técnica, formación de cuadros y empoderamiento. La segunda es el apoyo a las regiones a establecer, manejar eficientemente y a aprovechar sus áreas de conservación regional. Aunque otras instituciones están trabajando el tema de las áreas naturales privadas, las necesidades desatendidas son aún enormes. La tercera opción, aunque ya explorada por la Fundación, es intensifica los esfuerzos de educación ambiental formal adaptada a la realidad local, especialmente en las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas y en las comunidades nativas.
Todo lo que Pronaturaleza hizo y hace atiende asimismo a los objetivos de frenar, mitigar o adaptar al cambio climático. Sin embargo, deberá evidenciar mejor ese aporte que, frecuentemente, pasa desapercibido. En efecto, durante las últimas décadas la Fundación ha sido demasiado modesta o discreta en mostrar y divulgar lo mucho que hace.