Rubro 2
03 . 03 . 2022
(*) El 20 de diciembre de 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 3 de marzo Día Mundial de la Vida Silvestre a fin de celebrar la fauna y flora silvestres del mundo y crear conciencia al respecto. La fecha conmemora el día de la firma de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) en 1973. La Secretaría de CITES anunció hace unas semanas el tema del Día Mundial de la Vida Silvestre 2022: "Recuperar a las especies clave para la restauración de ecosistemas", con la idea de buscar crear conciencia sobre el estado de las especies vida silvestre en peligro y en peligro crítico y resaltar el poder de los esfuerzos de conservación que están en marcha para alterar su destino.

 

Desde antaño, la fauna silvestre ha sido una importante fuente de recursos y tradiciones para los pueblos de todas las regiones del mundo, no solo como carne, sino también como provisión de pieles, grasas y aceites, medicinas, entre otros. En el Perú, sobre todo en las selvas amazónicas, es que los animales del bosque han sido y son vitales para la población; sin embargo, no siempre se han valorado en toda su magnitud.

Entre las décadas de 1960 y 1970, Hans y María Koepcke, Celestino Kalinowski, Manuel Moro Sommo, entre otros, iniciaron la divulgación de los resultados de sus experiencias en la Amazonía, contribuyendo a generar conciencia pública sobre la importancia de la fauna silvestre de esa región y la urgencia de preservarla.

Uno de los hallazgos más importantes, fue que su valor en la alimentación de los residentes de la Selva indica que el manejo de fauna silvestre no solo concierne a la conservación de la diversidad natural, sino que tiene considerable repercusión social y económica en la población.

En 1966, el investigador belga y experto en FAO, Paul V. Pierret, junto al joven profesor Marc J. Dourojeanni, de la UNALM, registraron los primeros datos sobre la actividad de la caza en la selva peruana, particularmente en los ríos Ucayali y Pachitea. La contribución anual de proteína animal ingerida por los pobladores ribereños, proveniente de la pesca y la caza, supera el 80% del total ingerido. La principal razón es que la carne de vaca, cerdo y otros animales es muy costosa, y la carne de gallina está reservada para ocasiones especiales.

Posteriormente, varios estudios sobre la dieta y costumbres de caza, tanto de los colonos como de los indígenas, confirmaron la tesis de Pierret y Dourojeanni, tanto en áreas con una intervención humana de varios años, como en aquellas donde la intervención ha sido más reciente. (p.ej. Manuel Ríos, Augusto Tovar y Marc Dourojeanni en Jenaro Herrera–río Ucayali, Brent Berlín y James Patton en el Alto Marañón, William Denevan, Alfredo Gavíria, Roberta Campos, José Sarabia y otros en Selva Central).

Los trabajos de Richard Bodmer y sus colegas del Proyecto Peruano de Primatología y la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana confirman como verdaderas varias premisas que antes se afirmaban (pero que en el Perú no se contaba con datos de campo para sustentar). Por ejemplo, los monos son más vulnerables que los venados a la cacería debido a que: a) son más sociales, gregarios y ruidosos; b) su nivel de recuperación es menor; c) poseen menores tamaños de camada, mayor edad de madurez sexual y mayor lapso de tiempo entre nacimientos; d) huir en la vegetación en lo alto de las ramas no es muy efectivo frente al arco y flecha o el arma de fuego (los venados prefieren esconderse quietos entre la espesura de alguna mata o huyen en veloz carrera).

Otra información que ha sido confirmada (también por datos de Bodmer y otros cerca de Iquitos), es que la sachavaca o tapir amazónico es vulnerable en extremo, pues en algunas localidades el 160% de la producción natural es cosechado; mientras que venado colorado, venado cenizo, sajino, huangana, majaz y ronsoco son cazados en un 15 a 30% (es decir, de cada 100 crías anuales se toman entre 15 y 30, el resto queda en el bosque).

La sachavaca es una gran consumidora de frutos del bosque (más de la tercera parte de lo que suele comer) y, por lo tanto, ayuda a propagar muchísimas semillas. Así, este animal es objeto de presión directa sobre sus poblaciones por cacería y presión indirecta sobre una porción importante de su alimento, pues las palmeras generalmente son derribadas para cosechar y comercializar los frutos.

Es notorio que la fauna silvestre de la Selva requiere ser preservada; pero, por otro lado, es evidente también que los escenarios y recursos naturales de dicha región soportarán cada vez más y más demandas de una población creciente y con necesidades muchas veces apremiantes. Del juicio de nuestras autoridades y gobernantes para legislar (y hacer cumplir lo que han legislado), de la conciencia generalizada sobre mantener el entorno y sus recursos, pero sobre todo de las alternativas y oportunidades que se le ofrezca a dicha población depende la permanencia de centenas de especies animales útiles a los hombres y mujeres de ahora y los que vendrán.

Antonio Tovar.

Imagen de portada © ANDINA/Vidal Tarq