Rubro 3
04 . 21 . 2023

Marc Dourojeanni: Profesor emérito de la Universidad Nacional Agraria de La Molina, Lima, Perú.

En esta nota se comenta y critica algunos aspectos de una publicación reciente (Cotrina A. et al. 2021. Peruvian Amazon disappearing: Transformation of protected areas during the last two decades (2001-2019) and potential future deforestation modelling using cloud computing and MaxEnt approach. Journal for Nature Conservation, Elsevier) que hace un análisis año a año de la deforestación en áreas naturales protegidas de la Amazonia peruana y en sus zonas de amortiguamiento. No se discuten los métodos aplicados. Sus resultados son interesantes y, como se verá, confirman lo que se sabe sobre el tema. Pero los autores de ese trabajo, además de hacer afirmaciones inexactas, llegan a conclusiones alarmistas que no se condicen con sus propios resultados ni con la realidad de la gestión de áreas naturales protegidas en el Perú y en otros países tropicales.

Introducción

Cotrina et al (2021) analizaron la deforestación (2001-2019) en áreas naturales protegidas de la Amazonia peruana y, asimismo, la deforestación potencial previsible en ellas. Sus resultados indican que en ese lapso se habrían perdido 114 463 ha de bosques en las áreas naturales protegidas peruanas correspondiendo 93 482 ha a las áreas protegidas nacionales, 15 632 ha a las regionales, 3 686 a las zonas reservadas y 1 666 a las particulares. También calcularon que la pérdida de bosques en las zonas de amortiguamiento alcanzó 683 580 ha en el caso de las áreas protegidas nacionales, y solo 4 056 ha en las de las zonas reservadas. Finalmente, calcularon los riesgos de deforestación futura estimando que el área de alto riesgo alcanza 56 475 ha mientras y que otras 150 432 ha estarían sometidas a riesgo medio. No indican en qué plazo esto ocurriría. El estudio mencionado revela otros aspectos interesantes que no se discuten en esta nota, pues esta enfoca principalmente en sus conclusiones generales.

Los autores, como lo demuestra inclusive el título del artículo expresan enorme preocupación por el futuro de esas áreas protegidas que, según ellos, pese a la inversión de miles de millones de dólares por año en promover y salvar las áreas protegidas (“billions of dollars spent every year to promote and save the protected áreas”) han sufrido una deforestación “masiva”.

Deforestación en áreas protegidas

En realidad, la pérdida acumulada de 114 463 ha de un total protegido de más de más de 18 millones de hectáreas a lo largo de 19 o 20 años es, a priori poco significativa. Significa el 0,64% de la extensión de las áreas protegidas (18 millones de hectáreas) y el 0,16% de la Amazonia peruana (72 millones de hectáreas), que ya perdió probablemente el 15% de sus bosques.  Vale la pena cotejar esos resultados de Cotrina et al (2021) con otros (Portugués & Huerta 2005, CEPID-UNALM 2011, Dourojeanni 2015) sobre el mismo tema y que no son citados por esos autores.  Basados en información hasta el año 2000 (Portugués y Huerta 2005) calcularon que la deforestación acumulada en áreas protegidas amazónicas peruanas de todas las categorías desde 1961 (año de la creación del Parque Nacional Cutervo, el primero en la Amazonia del Perú) hasta el año 2000 habría alcanzado 116 000 ha, lo que por entonces, según ese estudio, equivalía al 0,8% del área protegida. Entre 2001 y 2019 se crearon 19 áreas protegidas nacionales nuevas en la Amazonia y la superficie protegida pasó de menos de 6 a 18 millones de hectáreas. Se puede inferir, pues, que ha habido una reducción significativa de la tasa de deforestación en áreas protegidas que en ese lapso pasó de 0,8% a 0,69%. De hecho, en 2011 se había estimado la deforestación en áreas protegidas acumulada desde el año 2000 en 65 829 ha lo que equivalía a 0,54% del área protegida, incluyendo las áreas regionales (Dourojeanni 2015).

El trabajo de Cotrina et al (2021) se refiere solo a lo deforestado, año a año, entre 2001 y 2019, por tanto, salvo que parte de lo antes deforestado se haya recuperado, la deforestación por ellos calculada debe ser adicionada a la encontrada por Portugués y Huerta (2000). Podría pues, estimarse que la deforestación acumulada (1961-2019) en áreas protegidas amazónicas alcance alrededor de 215 000 ha, o sea afectando a un 1,19% de las mismas.

De otra parte, en lugar de separar las áreas de uso directo de las de uso indirecto, los autores de ese artículo han basado el análisis en cuatro tipos de áreas protegidas, de las que una (las áreas de conservación privada) no tiene relevancia para este ejercicio debido a su pequeña extensión y otra, las zonas reservadas, no deberían haber sido consideradas por el simple hecho de ser transitorias y que parte de ellas no necesariamente será protegido.

Discriminar entre áreas protegidas de uso indirecto e directo es importante pues las primeras son estrictamente protegidas, siendo ilegal deforestar en ellas, mientras que en las categorías de uso directo conocidas como reservas nacionales y comunales, es legalmente posible hacer uso de parte de los recursos, lo que incluye la expansión del área urbana y de la frontera agrícola y la extracción maderera así como la caza y la pesca. Estas categorías de áreas protegidas representan el 55.3% de la superficie protegida. Una sola de ellas, la Reserva Nacional Pacaya-Samiria tiene unos 40 mil residentes y otros 70 mil ocupan su zona de amortiguamiento. La mayoría de esas familias deforestan. En 2011 esa Reserva ya había perdido casi 30 mil hectáreas, cifra que obviamente distorsiona mucho la información general. Hacer esa distinción es, pues, fundamental.

Por ese motivo es obvio que siempre hay más deforestación en las áreas protegidas de uso directo. El estudio de Portugués y Huerta (2005) encontró que el porciento deforestado en las áreas de uso indirecto habría sido de 0,22% mientras que en las de uso directo alcanzó 1,34%, es decir seis veces más. El estudio CEPID-UNALM (Tovar 2011) encontró que la deforestación acumulada a 2011 en áreas protegidas de uso directo localizadas en los cinco departamentos amazónicos era de 1,15% mientras que en las de uso indirecto era de 0,11%, es decir diez veces más. Eso ocurrió pese a que la presión humana era mayor en las zonas de amortiguamiento de las áreas de uso indirecto (10,31% deforestado) que en las de uso directo (7,42% deforestado). Es lo mismo que encontró Dourojeanni (2015) en una revisión de esas informaciones.

Como es obvio la deforestación en las zonas de amortiguamiento es comparativamente más elevada que en las áreas protegidas pues, en ellas, no está prohibido deforestar. Cotrina et al (2021) la estimaron en 683 580 ha. Considerando que según Tovar (2011) esas zonas de amortiguamiento cubrían en 2010 más de 7,3 millones de hectáreas, de las que 4,7 millones correspondía a las de uso indirecto, se puede estimar que la deforestación afectó un 9,4% de esas zonas o, mucho menos, pues en entre 2011 y 2019 se crearon nuevas áreas protegidas con sus respectivas zonas de amortiguamiento.

La información de Cotrina et al (2019) muestra una deforestación significativa en las zonas de amortiguamiento. Sin embargo, es proporcionalmente menor que la deforestación en toda la Amazonia peruana. Y es menor que la que estimada por Tovar (2011) que alcanzó 11,9% a nivel de todas las zonas de amortiguamiento y, 9,8% para las áreas que fueron objeto de un estudio especial. Es decir que, como en el caso de la deforestación en las mismas áreas, el resultado obtenido por Cotrina (2019) es, más bien, alentador.

Por último, las proyecciones de deforestación por ellos estimadas son sorprendentemente reducidas y, más bien, parecen estar por debajo de lo que todo indica se puede esperar, habida cuenta de los planes y amenazas de construcción de carreteras nuevas, tanto legales como ilegales, inclusive dentro de áreas naturales protegidas.

Otros temas

Es importante recordar que las áreas protegidas de la Amazonia peruana no reciben “miles de millones de dólares por año” como imprudentemente afirman los autores para justificar la investigación que realizaron. Al contrario, las áreas protegidas peruanas tienen un presupuesto anual de operación e inversión muy modesto que, incluido gran parte de las donaciones, en 2021 apenas alcanzó S/83,3 millones (US$21,4 millones) de los que S/54,1 eran recursos ordinarios y S/21,0 millones eran donaciones y transferencias y, apenas S/2,5 millones resultaron de operaciones de crédito. Y, de eso, solo una parte es destinada a la región amazónica pues existen áreas protegidas en Costa y Sierra (Dourojeanni 2022).

Un estudio de BIOFIB/PNUD (2019) calculó la brecha financiera, entendida como la diferencia entre las necesidades para la aplicación óptima de la Estrategia Nacional de la Biodiversidad y sus costos reales y, de otra parte, los montos disponibles y los costos proyectados para la gestión de la biodiversidad en el país, en S/1 489 489 305 (US$460 millones) para el periodo 2016-2021; es decir, aproximadamente S/300 millones (US$90 millones) al año. Nunca existieron miles de millones de dólares por año para las áreas protegidas amazónicas peruanas.

De otra parte, contrariamente a lo que se afirma en el artículo que se comenta carece de fundamento anunciar que la Amazonia peruana está “desapareciendo”. De una parte, con bosque o sin bosque, la Amazonia continuará existiendo. De otra, lo que no es discutible es el hecho de que la extensión de sus bosques está siendo seriamente reducida por deforestación y afectada por la degradación. El título es muy llamativo, pero definitivamente no corresponde a la realidad. Es más, la situación de los bosques peruanos no es peor que la de otros países tropicales.

Asimismo, los autores erran cuando afirman que las áreas naturales protegidas y las tierras indígenas se establecen “para evitar la deforestación”. Como bien se sabe, el criterio rector del establecimiento de las primeras es conservar muestras representativas y durables de los ecosistemas y de la biodiversidad que contienen. Y la finalidad de las segundas es defender los derechos y el acceso a los recursos de los pueblos originarios. Para evitar la deforestación existen otros criterios y mecanismos.

Conclusiones

El análisis de los resultados de este trabajo lleva a conclusiones muy diferentes y casi opuestas a las de sus propios autores, en efecto:

  1. La deforestación por ellos registrada en las áreas naturales protegidas entre 2001 y 2019 (114 463 ha) es poco significativa, sumando apenas el 0,63% del área protegida en la Amazonia peruana.
  2. Si se acumula esta pérdida de bosques a la previamente estimada hasta el año 2000 (116 000 ha) resultaría en una merma total de los bosques de las áreas protegidas de 1,19%. Por ejemplo, un trabajo comparable realizado en las unidades de conservación de la Amazonia del Brasil, de 1998 a 2009 (aunque eliminando la categoría Área de Protección Ambiental, que tiene mucha deforestación) demostró una deforestación de 3,7% (Verissimo et al 2011), es decir tres veces más grave.
  3. En lugar de una situación “alarmante”, el resultado de Cotrina et al (2019) revelaría que la deforestación en las áreas protegidas está siendo mejor controlada ya que se muestra significativamente inferior (0,63%) a la acumulada hasta el año 2000 (0,8%).
  4. Los autores ignoraron, en sus conclusiones, que en las áreas naturales protegidas de uso directo (principalmente reservas nacionales y comunales) que cubren el 55,3% del área protegida, no está prohibido deforestar ni explotar madera dentro de ciertos límites. Es pues inadecuado no haber analizado separadamente la deforestación en las categorías de uso indirecto y directo. La información disponible demuestra que en el Perú la deforestación en las primeras es diez veces mayor que en las segundas (Dourojeanni 2015).
  5. Los resultados en zonas de amortiguamiento muestran, también contrariando las conclusiones del artículo comentado, que la deforestación está disminuyendo en lugar de aumentar. En efecto, en 2011 se registró una deforestación acumulada de 11,9% mientras que el acumulado 2001-2019 solo indicaría una deforestación de 9,4%. Además, los autores parecen ignorar que, de acuerdo a ley, las zonas de amortiguamiento no son áreas protegidas y que para deforestar en ellas basta con cumplir las normas de rigor en toda la Selva más, en algunos casos, pocas restricciones especiales.

El autor de esta nota considera, como los autores, que la deforestación es el principal problema que la Amazonia peruana debe confrontar y que la pérdida de una sola hectárea de bosque de un área protegida de uso indirecto es importante y debe ser evitada. Pero todo resultado debe ser interpretado en su contexto, lo que no ha sido el caso. Más aún, los éxitos deben ser apreciados y estimulados. El estudio de Cotrina et al (2019), exactamente al contrario de lo que concluyen ellos mismos, revela que el sistema nacional de áreas protegidas del Perú en la Amazonia está cumpliendo su rol por encima de la expectativas, mejor que muchos otros países comparables y, lo más importante, que a cada década está mejorando su eficiencia para controlar la deforestación en áreas protegidas.

Una publicación de 2023, basada en medidas de los últimos cinco años y de calidad ampliamente reconocida reitera que, en la Amazonia, tanto las áreas protegidas como las tierras indígenas, tienen alta eficacia para reducir la sustitución de bosques primarios, con una pérdida de esos bosques tres veces menor que fuera de ellas (Finer y Mamani 2023). Las áreas protegidas, en los cinco años por ellos controlados, perdieron 0,12 % de sus bosques.  A nivel de los países andino amazónicos éstas perdieron aún menos, solamente 0,11%. Y al nivel de las áreas protegidas peruanas, en el periodo 2017-2020 la deforestación de bosques primarios fue de solamente el 0,03% (Finer et al 2021). Es verdad que lo ideal sería no perder ni una sola hectárea, pero la ley permite el uso de la tierra en las categorías de uso directo.

No es suficiente hacer un ejercicio detallista para conseguir informaciones nuevas. Eso debe estar acompañado de una interpretación minuciosa que insiera la metodología y especialmente los resultados en un contexto real. De otra parte, el alarmismo innecesario no es buen proceder científico y hace mucho daño a la causa de la conservación de la diversidad biológica.

Referencias

  • Cotrina A, Bandopadhyay S, Rojas N B  et al. 2019.  Peruvian Amazon disappearing: Transformation of protected areas during the last two decades (2001–2019) and potential future deforestation modelling using cloud computing and MaxEnt approach. Elsevier. Journal for Nature Conservation 64 (2021) 126081. https://doi.org/10.1016/j.jnc.2021.126081
  • Dourojeanni M J. 2015. Human Impact on Protected Areas of the Peruvian Amazon. pp 215–225. In: Wuerthner, G., Crist, E., Butler, T. (eds) Protecting the Wild. Island Press, Washington, DC. https://doi.org/10.5822/978-1-61091-551-9_23
  • Dourojeanni M J. 2022. Crónica de la Conservación de la Biodiversidad Peruana. Fondo Edit. Universidad Nacional Agraria La Molina, Lima, Perú. 560p.
  • Finer M, Mamani N. 2023. MAAP#183. Protected Areas & Indigenous Territories Effective Against Deforestation Across Amazon. MAAP: 176. https://bit.ly/3LmwUJf
  • Portugués H. & Huerta P. 2005. Mapa de deforestación de la Amazonía peruana 2000 PROCLIM/CONAM Lima, 99 p.
  • Tovar A. 2011. Diagnóstico sobre el estado de la conservación de los bosques a nivel nacional y de las regiones de costa. Estudio para el Programa de Inversiones del Programa Nacional de Conservación de Bosques Fundación para el Desarrollo Agrario (FDA) y Agencia Japonesa para el Desarrollo Internacional (JICA) CDC/UNALM. Lima. 21p.+ Mapas y anexos.